X-press

miércoles, 30 de enero de 2008

Macho men: sexo débil




Leyendo hoy el popular blog de cierto poseramente despistado poeta y treintañero ex-alumno de la PUCP (creo que esta última observación lo define plenamente) no pude evitar que automáticamente viniese a mi mente una vez más la famosa frase que mi padre sabiamente siempre repite: Quien por su gusto padece, que vaya al diablo y se queje.


Resulta que el individuo en cuestión, luego que un diagnóstico médico arrojase que padecía de una lumbalgia, y debiese, por lo tanto, guardar reposo absoluto, sintióse el gallardo guerrero poseso de aquel espíritu de inmortal o superhombre que curiosamente suele apoderarse del macho Homo Sapiens cada vez que cae enfermo o preso de algún achaque corporal, y haciendo caso omiso de las recomendaciones galenas, decidió demostrarse a sí mismo que pese a sus 32 recien adquiridos años de vida, aún puede comportarse como un adolescente irresponsable que confía en su alborada juventud y su grandiosa capacidad de auto-curación (complejo de Wolverine, de los X-men) para reemplazar el reposo indicado por el doctor, por una juerga playera de 2 días, con abundancia de alcohol y música chicha en un algún exclusivísimo balneario . Pero qué fashion, por cierto.

Luego que su adolorida y cuasi destruída columna le pasase la factura causándole un soberano roche en medio de la pista de baile frente a un tierno proyecto de víctima de 23 años, cintura breve y muslos duros que hicieron que el blogger -colmillos ensalivados- ensaye una coreografía tan o más huachafa y ridícula que la mismísima canción cumbiambera que sonaba en el momento, nuestro adolorido anti-héroe tuvo que ser retirado del campo de juego en los solidarios hombros de sus amigos, entre los comentarios y seguramente implacables carcajadas de la chibolada, asistente asídua a dichos antros chic del sabor y guaguancó.

Pero lo más cómico de la historia no es la imagen de stripper jubilado lesionado que viene a la mente al leer la primera parte del relato, sino la desgracia que implica para el señorito el tener que estar, ahora obligadamente, en cama, inmovilizado y decorado por una fiebre veraniega de 39 grados que equivale al Armagedón, que le hace preguntarse qué hizo para merecer tan injusto castigo.
Por si fuese poco, el muchachito del ayer también añora una novia (que en este momento no tiene) que lo cuide, arrope, mime, abrace, le limpie la nariz, le prepare menjunjes típicos de las mamás o abuelitas, y que traslade su centro de labores y/o domicilo a los pies de la cama de su maltrecha y casi moribunda pareja. Perdón pero, permítanme una sonrisa socarrona.

Creo que hablo por la mayoría del género femenino, irónicamente llamado el sexo débil, cuando reitero mi asombro, indignación y risa descontrolada al ver episodios tan repetitivos como éste, en el cual el macho cazador invulnerable, rey de la selva, amo de la situación y del arte de seducción, cae terriblemente fulminado y reducido a calidad de despojo humano, por algo tan inocuo como una gripe, o bueno, por algo realmente doloroso como una lumbalgia, provocada por purita inconciencia.
Como si no fuese poco atrasar el trabajo pendiente en su centro de labores, estos especímenes reclaman TODA la atención del mundo por parte de la mujer que esté a su lado: madre, esposa, novia, abuelita, tía, amiga, empleada del hogar, etcétera. Y esto, sin importar la edad cronológica del sujeto, retrocediendo el número de su edad mental (usualmente estancada en 15 o 20) hasta niveles muy por debajo de lo común.

Una novia, reclama el enfermito, una dedicada enfermera cama adentro (o mejor dicho, dentro de la cama) que le contemple el puchero y atienda sus inagotables caprichos virales las 24 horas del día.
Por favor, alguien tenga el cristiano gesto de abrirle los ojos a este iluso jovenzuelo, e indíquele que si tuviese una novia con dos dedos de frente y un mínimo de 80 de coeficiente intelectual (lo cual según el panorama juvenil sería realmente un milagro) lo primero que haría sería darle una soberana regañada por irresponsable, o partiendo del principio, dicha sensata, madura y centrada compañera (el cual suele desgraciadamente ser el perfil deseado e ideal de casi todas las novias) JAMÁS le hubiese permitido salir a mover las caderas al ritmo de "La Pituca" durante 2 novhes seguidas, con un diagnóstico médico desfavorable encima. Así que, a llorar al río, manganzón.

Episodios como este no hacen más que reafirmar la por muchos años injustamente reprimida y ahogada afirmación de que el verdadero sexo fuerte, es el que se escribe con F ----> el femenino.

He dicho.



posted by Nowhere Girl at 8:52

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